jueves, 4 de febrero de 2010

ENCARNA Y ANTONIO

Son ya cuatro meses sin tener noticias de Lourdes. Dicen que la mejor noticia es que no haya noticia, pero eso no es aplicable a este contexto.

Porque necesitamos saber de ella para poder rehacer nuestras vidas, para organizar nuestras ideas. Ayer me comentaba Antonio la imperiosa necesidad que tienen de saber a qué atenerse. Y aunque la solución no esté en sus manos, ellos están preparados para todo. Llevan preparándose ya cuatro meses. 


Entre sus cestos de esparto y sus bancalillos pasa Antonio su vida. Cuando lo veo enlazar, con una habilidad asombrosa, los tallos de esparto, cuando veo sus dedos moverse en unas combinaciones incomprensibles para mí, sé que su mente está lejos. No habla, pero su mirada habla por él. 

Y sin embargo, cuando regresa a la cotidianeidad, sigue mostrando su carácter más fuerte y pragmático. Yo no sé si muchos de nosotros seríamos capaces. Porque si para todos resulta duro el aprender a vivir sin Lourdes, estos padres tienen que aprender a morir sin Lourdes. Alguien dijo alguna vez que sobrevivir a los hijos es una de las sensaciones más dolorosas que puede experimentar el ser humano.

Encarna no tiene este tipo de evasiones. Ella es ,y lo ha sido siempre, la que no puede parar en casa para que todo esté en condiciones, en paraje, como dicen ellos. La actividad doméstica, en una casa de pueblo, no tiene principio ni fin, siempre hay algo que hacer. Afortunadamente para ella. Es la primera que empieza a trajinar cada mañana y la última en cerrar los ojos las escasas noches que tiene ese privilegio. 

Y cuando está en la cama sueña con los días en que una Lourdes infantil se metía en el lecho conyugal para sentirse protegida, como hemos hecho todos. Alguna vez dijo alguien que una de las sensaciones más placenteras que se pueden experimentar es la de quedarse dormido junto a su hijo, a la vez que le ves cerrar los ojos.

Ahora las camas están frías y las cabezas calientes.

Pero miradlos ahí. Estos padres, que son un auténtico ejemplo para los demás, al final de sus días, se encuentran con la piedra más grande que se haya interpuesto jamás en su camino. Y no desfallecen. Ni siquiera pueden encontrar el alivio que proporciona la demencia.  Están destrozados, pero enteros. Están viviendo una situación que a cualquiera de nosotros haría temblar nuestras bases mentales. Pero ellos han sabido sobrellevar con infinita paciencia los avatares del destino. 

Es asombroso como la sabiduría de esta gente sin estudios les ayuda a sobrellevar esta penosa existencia que les ha quedado. 


Esta noche Encarna preparaba la cena y Antonio hacía cestos.










2 comentarios:

Anónimo dijo...

Conozco ahora más a Lourdes que hace unos meses y para mí esto es también curioso,las cosas del internet,que ella también me está enseñando. Yo también necesito saber,pero también por egoista necesito que sepais y que se sepa y que nos deje a todos recobrar la tranquilidad con la que siempre hemos vivido y dejado vivir,con nuestras pequeñas turbulencias,pero no con un sutnami de estos.Todo mi afecto para esos dos pedazos de seres humanos.

Anónimo dijo...

mucho animo a estos padres que falta les hace, porque supongo que tiene que ser lo mas duro que ha un ser humano pueda pasarle en la vida, si malo es la perdida de un ser querido peor es la incertidumbre de saber que ha pasado, una mezcla de sentimientos de ver que que no esta y un seguir luchando por el dia en el que aparezca.
un abrazo muy grande para los padres y seres queridos, ojala que esta agonia acabe muy pronto.