jueves, 19 de noviembre de 2009

LOURDES HA SIDO DESPEDIDA

Esa es la realidad. Lourdes ha sido, según manifestaciones de la asesoría de la empresa OJEVAL, S.L., propietaria de las gasolineras donde prestaba fielmente servicio, dada de baja, lo que técnicamente equivale a un despido en toda regla. La empresa no ha querido esperar, como estamos haciendo todos, el desenlace de su desaparición para tomar una decisión con respecto al futuro laboral de nuestra anhelada Lourdes. La ausencia de una legislación clara en relación a estos casos ha propiciado que la empresa haya optado por la solución más sencilla, que es la de considerar la ausencia de Lourdes como una falta grave, o muy grave, merecedora del despido automático. 



Increíblemente no sabemos desde cuándo Lourdes está despedida, ya que la empresa no ha tenido a bien ponerse en contacto con la familia para comunicarles su conclusión. La empresa, entendemos, no se siente cómoda al tener que tomar esa decisión, y de ese cargo de conciencia deriva el hecho de que nos hayamos tenido que enterar por iniciativa propia. No ha sido sino después de que nuestros representantes legales -que ya los tenemos- se hayan puesto en comunicación con dicha asesoría, que hemos tenido costancia de este hecho, lo cual, evidentemente no ha sentado bien en el seno familiar. Primero, el hecho de que si no preguntas no te enteras, lo que demuestra mala conciencia hacia los padres de Lourdes, y, obviamente, en segundo lugar, aún entendiendo los descorazonados criterios empresariales que dominan en nuestra sociedad, la familia lamenta la absoluta falta de sensibilidad y de elegancia ante un hecho de una magnitud tan extrema como el que estamos desgraciadamente condenados a convivir, despidiendo a Lourdes.

A la familia, y creemos que a mucha gente más, le hubiese agradado, es decir, hubiera visto como detalle de elegancia, y no, como es el caso, de zafiedad, que los representantes de dicha empresa, aún sin llegar a ser hermanas de la caridad, se hubiesen puesto en contacto con ellos para consensuar una salida que no hubiese perjudicado a ninguna de las partes. Pensemos qué pasaría si Lourdes aparece -ojalá- algún día, y se demuestra que su desaparición no ha sido fruto de su voluntad. ¿Qué cabría esperar de la empresa? ¿La readmitirían? ¿Premiarían el demostrado celo del que Lourdes ha hecho gala en su trabajo y del cual no existe ninguna duda por parte de sus encargados, acogiéndola? Probablemente no, ya que deberían despedir a otra persona a cambio. 

De momento ninguna hipótesis sobre la desaparición de Lourdes ha sido descartada de manera fehaciente, con lo cual, todas las posibilidades están abiertas. ¿Porqué la empresa entonces ha tomado esa actitud?. Podría propiciar esta empresa una situación extremadamente desagradable que en nada le beneficiaría en el caso de la hipótesis planteada: Lourdes regresa tras una ausencia forzada y criminal y se encuentra sin su puesto de trabajo por añadidura. ¿Es esa la forma que tiene esta empresa de tratar a sus trabajadores?. Esto resulta incomprensible para la familia, que en el momento actual no deja de preguntarse por qué no se ha llegado a otra decisión y, dentro de los límites legalmente establecidos, haber suspendido de empleo y sueldo a Lourdes, pero garantizándole su puesto de trabajo hasta que una decisión judicial hubiera puesto fin a esta pesadilla, si tal suspensión está contemplada en la legislación.




Todo el mundo está a la espera. Todo el mundo demuestra su solidaridad y apoyo a la familia. Nosotros tenemos nuestras vidas suspendidas hasta que no sepamos más de lo que ya sabemos. Pero no hemos podido impedir que ese concepto de suspensión logre imponerse en los criterios empresariales. Ellos no suspenden nada porque Lourdes no les importa, desde el punto de vista de los sentimientos, nada.



Las personas tenemos el gran privilegio sobre otras especies de guiar nuestra conducta por los sentimientos, esos caprichosos devaneos de la razón, que nos hacen infinita y exquisitamente humanos. No sabemos si será demasiado tarde para la rectificación voluntaria, pero desde estas líneas pedimos a la empresa que reconsidere su actitud, aunque sólo sea por los enemigos que puede acumular. En cualquier caso, la familia no va a dejar de luchar, desde el punto de vista jurídico, por los derechos de Lourdes, y, aunque el sentimiento no sea el criterio principal a la hora de redactar las leyes, vamos a intentar por medio de nuestros abogados, que la lógica, la cordura y las buenas maneras se impongan al final.

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